Gabriela Cabezón Cámara: "Más vale que nos pongamos a pensar en lo que nos une pese a las diferencias"

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Gabriela Cabezón Cámara: "Más vale que nos pongamos a pensar en lo que nos une pese a las diferencias"

Gabriela Cabezón Cámara: "Más vale que nos pongamos a pensar en lo que nos une pese a las diferencias"

Si nos guiamos por los galardones, el 2024 podría describirse como el año de la consagración literaria Gabriela Cabezón Cámara: por su más reciente novela, Las niñas del naranjel (2023), obtuvo el prestigioso Premio Sor Juana Inés de la Cruz, el Konex de Platino, el Premio Ciutat de Barcelona de Literatura en lengua castellana y el Fundación Medifé Filba. “Fue una gran alegría. El reconocimiento de los pares, de gente que admiro y respeto tanto como los miembros del jurado de ese premio fue una alegría enorme”, le cuenta la escritora a Clarín acerca de sus colegas que la eligieron como vencedora: María Sonia Cristoff, Juan Mattio y María Moreno.

Lo cierto es que desde la aparición de La Virgen Cabeza (2009), la escritora sorprendió con un estilo propio que no se quedó conforme con lo logrado sino que continuó profundizando en novelas como Las Aventuras de la China Iron (2017), donde indaga acerca de personajes de la literatura argentina tradicional, como el Martín Fierro, dándole voz a personajes invisibilizados y, sobre todo, narrando de una manera particular y ecoafectiva la relación entre los seres humanos y la naturaleza, algo que a la escritora le interesa por sobremanera: hace tiempo se dedica, además de escribir, al socioambientalismo.

Por popularidad, prestigio ganado en buena ley y por el propio peso de su prosa, ha conquistado fanáticos que, sin dudar, irán tras la búsqueda de sus títulos en esta nueva edición de la Feria del Libro de Buenos Aires. En medio de un viaje próximo y en medio de la escritura de un nuevo material que no tiene del todo claro qué forma tomará (“Viste cómo es esto: hasta que no está bastante avanzado, no sabés bien qué es”) se hace un tiempo para charlar con Clarín acerca de su presente y su futuro.

–Tu última novela, Las niñas del naranjel, profundizó aún más una búsqueda estética y narrativa que venías desarrollando ya en Las aventuras de la China Iron. Pienso en esto de retomar personajes históricos (algunos de la literatura) y una mirada poética sobre la naturaleza, la geografía, los pueblos originarios. ¿Observás una continuidad?

–En las cuestiones que señalás, sin dudas. En el trabajo sobre la musicalidad de la prosa, la mezcla de lenguas y registros sin jerarquías, en el intento de concebir otros mundos posibles. Me anduvo interesando mucho la ternura como factor de transformación. El amor y la compasión como puntos de encuentro y de refundación. Las formas de vivir de otras culturas, como las amerindias, que no llevan la vida de la Tierra --lo que nos incluye completamente-- al abismo.

Gabriela Cabezón Cámara. Foto: Ariel Grinberg.Gabriela Cabezón Cámara. Foto: Ariel Grinberg.

–¿Sentís que tu literatura le da voz a ciertas voces que a lo mejor no ocuparon un lugar central en la mayoría de los cuentos y novelas?

–No creo que le de voz a nada: todo tiene voz. Pero claro, hay un trabajo de siglos que privilegió unas pocas voces por sobre la miríada de voces existentes. Una operación que quiere hacer pasar por universal lo que es la perspectiva, el deseo y los intereses de grupos pequeños. Lo que me pasa es que, por ahí, me dejo atravesar por voces no tan escuchadas ni representadas ni frecuentadas. Son las que más me interpelan. Quisiera ser capaz de escuchar y entender, por ejemplo, las voces de los árboles o de los animales o de los ríos.

–En un artículo, la crítica, investigadora y docente Alejandra Laera plantea que tu novela mediante una particular imaginación narrativa, su perspectiva socioambientalista y su impugnación evidente de la relación desigual entre culturas (españoles e indios) interviene en las batallas culturales del presente. ¿Cómo lo ves vos?

–Me parece que Ale Laera tiene razón: el socioambientalismo es, creo, el activismo más urgente. Necesitamos agua --vastas regiones de la Tierra están siendo desertificadas, ciudades como Barcelona o Monterrey tienen racionamiento de agua--, aire limpio --8.1 millones de personas murieron por contaminación atmosférica en 2021--, tierra cultivable, bosques y mares sanos. Los necesitamos para vivir, tan simple como eso. Y tenemos gobiernos que niegan el cambio climático --o no lo niegan pero tampoco hacen nada para mitigarlo-- y nos entregan como si fuéramos moscas a la voracidad de unas muy pocas grandes corporaciones. Y por supuesto que la opresión que unas culturas sufren a manos de otras está completamente relacionada con lo anterior. Las culturas amerindias, por ejemplo, son atropelladas constantemente en sus derechos más elementales cuando se encuentra en sus territorios cualquier cosa que pueda ser extraída: petróleo, litio, tierras raras, lo que sea.

–En una entrevista reciente señalaste que te parecía “muy difícil hacer cualquier cosa desde la Argentina hoy” y que el colectivo LGTBIQ+, las mujeres y los sectores más vulnerables se encuentran “sufriendo el asedio de la ultraderecha”. ¿Cómo te afecta esto, qué pensás al respecto?

–Que hay mucha gente con mucho poder trabajando para encauzar el resentimiento y la furia razonables de gran parte de la población --cuyas necesidades y deseos no tuvieron posibilidades de realizarse por malas políticas públicas y privadas-- hacia grupos sociales que no tienen nada que ver con las causas de esas injusticias. Y que también las padecen. Es un procedimiento clásico. Hay un libro de Eva Illouz, La vida emocional del populismo, que lo explica muy bien. Lo recomiendo.

Gabriela Cabezón Cámara. Foto: Ariel Grinberg.Gabriela Cabezón Cámara. Foto: Ariel Grinberg.

–También señalaste que “la corrección política está muy bien pero si no incluye la idea de clase no sirve para nada”. ¿Podrías profundizar un poco más en esta idea?

–Me parece un debate medio perimido ya. Más vale que nos pongamos a pensar en lo que nos une a pesar de todas nuestras diferencias. Y a luchar por vidas dignas, alegres, con libertad para imaginar cómo serían esas vidas y para vivirlas.

Gabriela Cabezón Cámara básico
  • Nació en 1968. Ha ejercido múltiples oficios, desde vender seguros de auto en la calle hasta el periodismo cultural. Actualmente imparte talleres de escritura.
  • Traducida a más de una decena de idiomas, es autora de las nouvelles Le viste la cara a Dios (2011) y Romance de la Negra Rubia (2014), y de las novelas La Virgen Cabeza (2009) y Las aventuras de la China Iron, finalista en la shortlist del International Booker Prize (2020) y del Médicis (2021).

Los libros de Gabriela Cabezón Cámara se pueden encontrar en el stand de Penguin Random House (Stand: 1017, pabellón verde).

Clarin

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